El Perú es un país caracterizado por la bondad de sus recursos naturales, su reconocida gastronomía y por su riqueza turística. Pero también, y de manera desfavorable, por la creciente corrupción e inseguridad ciudadana, así como por una frágil democracia graficada por seis mandatarios en menos de diez años y de trece ministros en el sector Interior desde julio del 2021 hasta la fecha. Sumados a ello están la confrontación cruzada y la desconexión entre los Poderes del Estado y organismos constitucionalmente autónomos. Todas ellas constituyen situaciones adversas que afectan la gobernabilidad e institucionalidad de los tres niveles de Gobierno.
Tal escenario repercute en una gestión pública debilitada, enmarcada por la improvisación y sin un horizonte definido, evidenciada entre otras causas por el anuncio de un plan de seguridad ciudadana, el cual fue posteriormente desmentido por la mandataria, los reiterados estados de emergencia, con resultados parciales y planes de gobierno no aplicados en la práctica ni sujetos a revisión. Agregado a ello está la designación de funcionarios considerados “de confianza”, pero que no siempre son los más idóneos, así como el indebido uso de poder no tratados adecuadamente.
Los hechos en referencia son abordados por el autor en su conjunto, los cuales se complementan con un análisis crítico e identificación de los puntos vulnerables y las propuestas para el mejoramiento de las entidades del sector público. Ello con el único propósito de su fortalecimiento y el consiguiente bienestar ciudadano que todos deseamos.
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